martes, 24 de diciembre de 2013

“UNA PALABRA PUEDE CAMBIAR EL DESTINO DE TU VIDA”

Mientras transitaba en autobús de la ruta de transporte público a mi destino, un hombre quien se identifico no ser de mi localidad dijo unas palabras en voz alta y clara, que me dejaron pensativo y quise traer estas líneas, el cual muchas de las veces pasamos desapercibido, el poder de las palabras, él profirió diciendo “UNA PALABRA PUEDE CAMBIAR EL DESTINO DE TU VIDA”, eso me dejo un tanto pensativo. Y a la luz de la Escritura es verdad. El sabio Salomón escribió: “Es muy grato dar la respuesta adecuada, y más grato aún cuando es oportuna (Proverbios 15.23).

Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; Se saciará del producto de sus labios (Proverbios 18:20).

Hablamos mucho, y con bastante frecuencia no atendemos lo que estamos diciendo, y mucho menos pensamos seriamente en el efecto de nuestras palabras. Es bueno tomarse el tiempo necesario para pensar en el tipo de cosas que normalmente hablamos.

Muchas veces, al hablar y no nos damos cuenta que traen consecuencias, he allí la diferencia, si son positivas o negativas, nunca a medias tintas, de Bendición o de Maldición, como dice el profeta mayor Isaías: “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié (Isaías 55:10-11)”.

Las palabras pueden envenenar,
las palabras pueden sanar.
Las palabras comienzan y libran guerras,
pero las palabras establecen la paz.
Las palabras llevan a los hombres
a las cumbres del bien
Y las palabras pueden hacer caer a los
hombres a las profundidades del mal.
-Marguerite Schumann-

A menudo, herimos con nuestras palabras, muchas veces es mejor callar ente una situación o conversación un tanto no agradable, para no ofender a nuestro prójimo. En el trabajo, en la familia, en la vida de pareja, con los amigos, suele pasar que hablamos y soltamos palabras como dardos que hacen daño marcando todo lo que toque o penetre.

Nuestras palabras tiene el poder de llevarnos a otro nivel dentro del entorno donde estemos, queremos bien, hablemos del bien, queremos una vida desdichada, solo habla de lo mal que te va; no es de dar lastima y victimizar, pero sí de entender que muchas de las circunstancias en las que estamos, si nos ponemos a pensar son a causa de nuestras palabras y decisiones.  

La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu (Proverbio 15:4). La Biblia indica que Dios ha dado a sus hijos una nueva naturaleza, y se nos muestra como renovar nuestra mente y nuestra conducta diariamente. Hablar positivamente, no entrar en chismes, ni destruir a una persona por el simple hecho de caer mal sin conocerle, hacer juicios prematuros, sin saber los contextos, eso hace un mundo de diferencia.

Joyce Meyer en su libro “Cambia tus Palabras, Cambia Tu Vida” dice: “Nunca subestimes el poder de tus palabras y tus obras. Con algunas palabras amables puedes cambiar la vida de una persona. Para mejor o para peor. Dios nos pone a todos en las vidas de los demás para impactarnos unos a otros en cierta manera”.

Y acto interesante de discernir es el que hizo Samuel al ungir a David siendo el menor de los hijos de Isaí y que con tan solo una palabra de Dios le cambio la vida a este joven pastor de Ovejas, así debe ser todo en nuestras vidas guiados por la mano de Dios.  



Francisco Perozo

DEBO RECUPERAR EL TIEMPO PERDIDO

CVCLAVOZ - Es común escuchar “debo recuperar el tiempo perdido” en boca de alguien que parece  haberlo desperdiciado.  Con un esfuerzo que va mas allá de lo normal, buscan hacer aquello que no han hecho con anterioridad. A pesar que parece motivador escuchar éstas palabras, realizar algo que no hiciste ayer puede producir cierta preocupación o estrés del que Dios quiere librarnos.
Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Efesios 5:15-16
En la Biblia, jamás se habla de “recuperar el tiempo perdido”, sino de “aprovechar” bien el tiempo. La palabra “diligencia” significa “hacer algo que nos fue ordenado teniendo cuidado y eficacia en la tarea” Es decir, Dios quiere que seamos sabios con nuestro tiempo, que lo aprovechemos y hagamos con mucho esmero y cuidado lo que El nos manda hacer cada día.
Entonces Moisés les dijo: “No guarden nada para el día siguiente”. Sin embargo, algunos no hicieron caso y guardaron un poco hasta la mañana siguiente; pero para entonces se había llenado de gusanos y apestaba, y Moisés se enojó mucho con ellos. Después de este incidente, cada familia recogía el alimento cada mañana, conforme a su necesidad. Cuando el sol calentaba, los copos que no se habían recogido se derretían y desaparecían. Éxodo 16:19-21
El pueblo de Israel, padecía hambre en el desierto, entonces Dios decidió enviarles un pan muy especial que caía del cielo, al cual llamaron “Maná”. Para recibir ésta bendición, debían obedecer y levantarse cada mañana para tomar solo lo que comerían en ese día. Es decir no podían guardar para el día siguiente porque de lo contrario lo que era una bendición (el maná)  se convertiría en algo que hiede y cría gusanos.
Del mismo modo, Dios nos da diferentes órdenes para cada día y en obedecerlas se encuentra nuestra bendición.  Sin embargo, podemos perderla a causa de nuestra desobediencia o simplemente por desperdiciar el tiempo. Lo que debemos entender es que el tiempo perdido no se recupera más. Hay una bendición de Dios para cada día si somos capaces de obedecerle en amor.
Hoy decide aprovechar bien tu tiempo, levántate temprano, ponte de rodillas para hablar con él, comienza a leer la biblia y entérate de lo que Él quiere decirte hoy, para que al mismo tiempo seas bendecido. ¡No pienses en el tiempo perdido!, ya no se puede recuperar, hoy enfócate en no desperdiciar más ni un solo minuto de la vida que Dios te ha regalado.


Shirley Chambi