Mientras transitaba en autobús
de la ruta de transporte público a mi destino, un hombre quien se identifico no ser de mi
localidad dijo unas palabras en voz alta y clara, que me dejaron pensativo y
quise traer estas líneas, el cual muchas de las veces pasamos desapercibido, el
poder de las palabras, él profirió diciendo “UNA PALABRA PUEDE CAMBIAR EL
DESTINO DE TU VIDA”, eso me dejo un tanto pensativo. Y a la luz de la Escritura
es verdad. El sabio Salomón escribió: “Es muy grato dar la respuesta adecuada, y
más grato aún cuando es oportuna (Proverbios 15.23).
Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; Se
saciará del producto de sus labios (Proverbios 18:20).
Hablamos mucho, y con
bastante frecuencia no atendemos lo que estamos diciendo, y mucho menos
pensamos seriamente en el efecto de nuestras palabras. Es bueno tomarse el
tiempo necesario para pensar en el tipo de cosas que normalmente hablamos.
Muchas veces, al hablar y no nos damos
cuenta que traen consecuencias, he allí la diferencia, si son positivas o
negativas, nunca a medias tintas, de Bendición o de Maldición, como dice el profeta
mayor Isaías: “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no
vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da
semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale
de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será
prosperada en aquello para que la envié (Isaías 55:10-11)”.
Las palabras pueden envenenar,
las palabras pueden sanar.
Las palabras comienzan y libran guerras,
pero las palabras establecen la paz.
Las palabras llevan a los hombres
a las cumbres del bien
Y las palabras pueden hacer caer a los
hombres a las profundidades del mal.
-Marguerite Schumann-
A menudo, herimos con nuestras palabras, muchas veces es mejor
callar ente una situación o conversación un tanto no agradable, para no ofender
a nuestro prójimo. En el trabajo, en la familia, en la vida de pareja, con los
amigos, suele pasar que hablamos y soltamos palabras como dardos que hacen daño
marcando todo lo que toque o penetre.
Nuestras palabras tiene el poder de llevarnos a otro nivel dentro
del entorno donde estemos, queremos bien, hablemos del bien, queremos una vida
desdichada, solo habla de lo mal que te va; no es de dar lastima y victimizar,
pero sí de entender que muchas de las circunstancias en las que estamos, si nos
ponemos a pensar son a causa de nuestras palabras y decisiones.
La
lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es
quebrantamiento de espíritu (Proverbio 15:4). La
Biblia indica que Dios ha dado a sus hijos una nueva naturaleza, y se nos
muestra como renovar nuestra mente y nuestra conducta diariamente. Hablar positivamente,
no entrar en chismes, ni destruir a una persona por el simple hecho de caer mal
sin conocerle, hacer juicios prematuros, sin saber los contextos, eso hace un
mundo de diferencia.
Joyce Meyer en su libro “Cambia tus Palabras, Cambia Tu Vida”
dice: “Nunca subestimes el poder de tus
palabras y tus obras. Con algunas palabras amables puedes cambiar la vida de
una persona. Para mejor o para peor. Dios nos pone a todos en las vidas de los demás
para impactarnos unos a otros en cierta manera”.
Y acto interesante de discernir es el que hizo Samuel al ungir a
David siendo el menor de los hijos de Isaí y que con tan solo una palabra de
Dios le cambio la vida a este joven pastor de Ovejas, así debe ser todo en nuestras
vidas guiados por la mano de Dios.
Francisco Perozo