Dios siempre hace bien las cosas, incluso
cuando pasa un largo tiempo.
Aprendamos a confiar en el
carácter de Dios sin vacilar. Abraham comenzó a enseñarnos acerca de Dios y su
fidelidad. Explicó que: Dios siempre hace bien las cosas, incluso cuando pasa
un largo tiempo
Cuando
pasa mucho tiempo entre lo que Dios promete y su cumplimiento, a menudo
actuamos como los niños pequeños que no pueden esperar por la Navidad. No nos
gusta esperar y tememos que nos hayan olvidado.
Es
simple ver por qué Abraham (cuyo nombre era Abram antes de que Dios se lo
cambiara) se transformara en un impaciente. Cuando Dios lo envió a Ur de los
caldeos, le prometió que le daría en posesión la tierra de Canaán, que tendría
muchos descendientes y que de estos haría una gran nación. El cumplimiento de
esa promesa le traería un gozo enorme. Sin embargo, después de diez años, Dios
seguía sin mandarle su promesa.
Echemos
un vistazo a lo que soportó Abraham en esa década:
- Dejó su familia y país.
- Dios prometió que lo iba a bendecir a él y sus descendientes.
- Vivió durante una hambruna.
- Temió a faraón y le mintió.
- Experimentó conflictos familiares: Lot y él se separaron.
- Cuando secuestraron a Lot, persiguió a los secuestradores y luchó para rescatarlo.
- Todavía no tenía hijo.
- Después de diez años y muchas pruebas, Abraham deseaba saber si seguía en pie el trato.
- Dios prometió que lo iba a bendecir a él y sus descendientes.
- Vivió durante una hambruna.
- Temió a faraón y le mintió.
- Experimentó conflictos familiares: Lot y él se separaron.
- Cuando secuestraron a Lot, persiguió a los secuestradores y luchó para rescatarlo.
- Todavía no tenía hijo.
- Después de diez años y muchas pruebas, Abraham deseaba saber si seguía en pie el trato.
Las
Escrituras declaran:
Después de esto, la palabra del Señor vino a Abram en una visión:
«No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y muy grande será tu recompensa » [....]
Luego el Señor lo llevó afuera y le dijo: Mira hacia el cielo y cuenta las
estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia! Abram creyó
al Señor, y el Señor lo reconoció a él como justo (Génesis 15:1,5-6).
Incluso
después de esta declaración de Dios, Abraham seguía sin saber que Dios estaba
actuando. En un momento de duda, él y Sara trataron de hacer las cosas a su
manera al tener un hijo a través de la esclava de Sara. Sin embargo, los
caminos de Dios, y su sentido del tiempo, no son como los nuestros. Aun cuando
nos parezca mucho tiempo, Dios siempre hace lo que es bueno y cumple lo que
ofrece. Abraham desea recordarnos esto.
Dios
siempre hace bien las cosas, incluso cuando lo que dice parece absurdo.
Cuando
Dios le dijo a Abraham y Sara: «Dentro de un año volveré a verte [...] y para
entonces tu esposa Sara tendrá un hijo». Sara se rió y dijo: «¿Acaso voy a
tener este placer, ahora que ya estoy consumida y mi esposo es tan viejo?»
(Génesis 18:10,12). Aunque enseguida negó que se hubiera reído, había un buen
motivo para hacerlo: ¡Tenía ochenta y nueve años de edad! ¡Se pueden imaginar
que le iba a gustar explicarles esto a los amigos! ¿Y por qué Dios esperó tanto
tiempo para cumplir la promesa?
La
respuesta es que Dios deseaba la confianza absoluta de Abraham. Y esta viene
solamente a través de las pruebas. Dios cumplió su promesa. El siguiente año
Sara dio a luz a Isaac, aunque parecía imposible. Nuestra mente no puede
concebir las cosas que Dios es capaz de hacer. Las palabras de Dios a Abraham
resumen mejor su habilidad: «¿Acaso hay algo imposible para el Señor?» (Génesis
18:14).
Dios
siempre hace bien las cosas, incluso cuando lo cuestionamos.
«¿Han cuestionado alguna vez a
Dios? —nos pregunta Abraham—. ¿Se han preguntado en algún momento acerca de su
carácter?» Antes de que pudiéramos contestar, continuó: «Yo sí lo he hecho.
Cuando el Señor me dijo que iba a destruir la ciudad de Sodoma, donde vivía mi
sobrino, Lot, me preocupé. ¡Cómo iba a hacer una cosa semejante! —me pregunté».
Abraham pasó a describir cómo habló con Dios concerniente a Sodoma.
Atrevidamente le preguntó a Dios: «¿De veras vas a exterminar al justo junto
con el malvado?» (Génesis 18:23). Entonces comenzó a negociar, pidiéndole a
Dios que tuviera piedad de la ciudad por causa de cincuenta justos, luego
cuarenta y cinco, después cuarenta, treinta, veinte, y así hasta llegar a diez.
Solo que no lo dejaría ir.
Sin
embargo, Dios es justo así como bueno. Honró la petición de Abraham; salvó a
los pocos justos que vivían en Sodoma y destruyó a la depravada ciudad. Al
final, Abraham proveyó la respuesta a su propia pregunta cuando observó: «Tú,
que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia?» (Génesis 18:25). Dios
es un juez justo. Del mismo modo que preservó al inocente en Sodoma, nos cuidará
a ti y a mí.
Dios siempre hace bien las cosas, incluso cuando no comprendemos.
La
tremenda prueba de la confianza de Abraham vino cuando Dios le pidió que
sacrificara a su amado hijo, Isaac. ¿Por qué Dios quería que Abraham matara a
su hijo de la promesa? Esto no tenía sentido; parecía que iba en contra de la
promesa de Dios que haría de los descendientes de Abraham una gran nación.
En ese entonces Abraham no cuestionaba ni dudaba. Simplemente se levantó
temprano a la mañana siguiente para hacer lo que se le había pedido. Después de
muchos años de hacer preguntas, negociaciones y de rebelarse a la dirección de
Dios, Abraham finalmente procuró ser obediente. Había aprendido el secreto de
caminar con Dios: Confiar y obedecer. Dios había sido fiel a cada promesa que
había hecho y Abraham confiaba en su carácter. Al fin comprendió que nosotros
no deberíamos tratar de entender a Dios hasta que le obedezcamos primero.
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